martes, 29 de noviembre de 2011

La igualdad es también la IGUALDAD EN EL LENGUAJE


El uso del lenguaje puede contribuir a la transmisión cultural de ciertos estereotipos, sociales y sexuales. Por ello hay que evitar el sexismo en la lengua y fomentar el uso de formas lingüísticas no discriminatorias, sin exclusiones ni omisiones. Nombrar el mundo en masculino y en femenino no sólo es posible sino también deseable e ineludible si queremos conseguir una mayor equidad entre hombre y mujeres.

Estamos utilizando un lenguaje sexista cuando emitimos un mensaje o texto que, debido a su forma (es decir, a las palabras escogidas o al modo de estructurarlas), resulta discriminatorio para las mujeres, al hacer una representación de lo femenino de una forma parcial o discriminatoria.


La lengua española no es sexista, aunque sí lo es el uso que se hace de ella, ya que el lenguaje está lleno de matices e intensiones.


Los casos más habituales de sexismo en el lenguaje consisten en referirse a las mujeres aludiendo a sus cualidades estéticas, y a los hombres refiriéndose a cualidades relacionadas con la fuerza y con lo intelectual. Además, es muy frecuente el empleo reiterado del masculino en sentido genérico (los usuarios, los alumnos, los estudiantes…), lo que supone una ocultación de la mujer en el lenguaje. Y LO QUE NO SE NOMBRA, NO EXISTE.


El lenguaje sexista y los roles se perpetúa de los refranes, las películas, los anuncios publicitarios, los cómics, el teatro, la literatura, la prensa, la radio, la televisión, los libros de texto, los diccionarios, las canciones, Internet…


Para hacer frente al uso sexista de la lengua, hay que trabajar desde todos los ámbitos sociales, porque es algo que influye a todas las personas.


Algunas consideraciones que podemos tener en cuenta para hacer UN USO NO DISCRIMINATORIO DEL LENGUAJE, son:

  • Evitar el genérico masculino para denominar colectivos mixtos y utilizar siempre que se pueda nombres colectivos, como la humanidad, la infancia, la juventud, el profesorado… En la expresión “los alumnos…” no están incluidas las alumnas; pero sí lo están en “el alumnado…”. ¿Por qué no intentar incluir este tipo de expresiones en nuestro lenguaje?


  • Evitar presentar a las mujeres de forma estereotipada, realizando únicamente roles típicos o tradicionales, o dando primacía a su aspecto físico.


  • Eludir frases hechas, como. “mujer tenía que ser”, “todos los hombres sois iguales”, “eso es cosa de niñas”, “dile a mamá que te planche el pantalón”…


  • Nombrar correctamente a las mujeres, utilizando el femenino en cargos y profesiones: arquitecta, ingeniera, médica…


  • Recurrir a las barras (las/os, nuestro/a) en casos excepcionales, pues la lectura del texto resulta menos legible. Es mejor recurrir a otros recursos más adecuados.


  • Etc.


    Hace un tiempo escuché una frase que me hizo reflexionar en este sentido: “Cuando lo bueno se considere un coñazo y lo malo cojonudo, habremos recorrido un largo camino en el sendero de la Igualdad”.


Son precisos cambios en nuestro pensamiento y nuestro lenguaje para ir construyendo poco a poco un mundo más igualitario.


En las próximas entradas os iré aportando distintos documentos teóricos y prácticos para trabajar este aspecto.

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